Si alguien de reconocido prestigio como pícaro
te pide la hora, un suponer, dí “tate” y ponte en guardia: probablemente quiere
robarte el reloj.
Pues,
aplicándome a mí mismo mi consejo, ésta mañana me puse en guardia cuando leí
que Mariano Rajoy, que a su cara de pillo añade su condición de político, va a
devolverle a las comunidades autónomas no sé que cosa relacionada con la
educación.
(Pido tiempo
muerto para proponer que, para que el asunto de la enseñanza no siga empeorando
se cambie a Ministerio de Instrucción el de Educación. Que eduquen los padres e
instruyan los maestros).
Pues bien,
Rajoy sin venir a cuento y sin que nadie le haya puesto una pistola en el pecho
para que lo hiciera, ha decidido devolver a las Comunidades Autónomas unas
competencias que reclamaban.
“Lagarto,
lagarto…” se habría dicho si los insecticidas y los automóviles hubieran dejado
vivir a aquellos casi cocodrilos verdes que, por éstas fechas, cruzaban de
cuneta a cuneta las carreteras.
¿Qué
retribución pedirá Rajoy a las Comunidades autónomas por lo que les va a dar,
supuestamente gratis et amore?
A lo mejor,
como los crueles dioses del viejo Olimpo, Rajoy sólo se propone acabar con la
raza española y ha empezado por enloquecer sus ya confundidas mentes,
desconcertándolas con la duda.
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