Antes de que
cantar fuera una bronca destemplada y cuando era todavía poesía musicalizada,
sonaba de vez en cuando una canción en la que el cantante reconocía que era una
tontería pretender que una chica aceptara su invitación a bailar, aun a
sabiendas de que allí conocería a otro del que saldría acompañada y con el que
terminaría la noche.
Se llamaba
aquella copla, en el idioma que se habla en Estados Unidos y se farfulla en
Inglaterra, “Something Stupid”, algo así como “una tontería”.
Hay muchas tonterías,
estupideces, sandeces, bobadas, simplezas o cualquier otra forma de calificar
la conducta humana cuando nada tierne que ver con lo propio de un animal
racional.
Una de ellas es
esa tontería de la “jornada de reflexión”, ese tiempo que antecede a unas elecciones
y en el que se prohibe hacer publicidad (ponderar las virtudes del partido
propio denigrando las sandeces de los ajenos) para que no influyan en la
decision de los electores.
¿Ni siquiera
puede hacerse publicidad electoral aprovechando la íntima privacidad de la
alcoba?
¿Tan volubles
son los electores que carecen de la firmeza de convicciones en las que cimentan
su convicción?
¿Se puede fiar
un elerctorado maduro y capaz de aportar soluciones para sacar a su país de la
atribulada situación en que se encuentra de alguien que, por una palabra, diga
que hay ochenta donde antes decía que solamente había ocho?
¿Si de una
tontería como esa dependiera el resultado electoral, ¿no será una tontería todo
el tinglado de ese sistema de escoger al mejor y al que más sabe sumando las
opinión de los entendidos con la de los ignorantes?
A lo mejor eso
sí que amerita una reflexión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario