Se llama
martingala al entramado urdido con astucia para allanar el camino que permita
conseguir un propósito.
Así que la
democracia es una martingala tramada para acceder al poder y conservarlo, el
propósito declarado de la política.
Toda martingala se
sustenta en una falacia y la de la democracia es que, como todos los hombres
son iguales, todos y cada uno de ellos está igualmente capacitado para decidir
por todos.
Falso.
Solo al nacer y
al morir son iguales los humanos pero no son convocados a votar en ninguna de
esas dos circustancias, sino cuando arbitrariamente se les declara mayores de
edad porque ya han tenido tiempo para forjarse por sí mismos y, sin la tutela
de otros, contribuir al bienestar de todos.
Sería así admisible que pudiera decidir por todos el que ya, después de lograr vivir por
sí mismo, aporte el excedente de su supervivencia autónoma al conjunto de sus
conciudadanos.
¿Qué aporta a
los demás el okupa que ni siquiera ha sido capaz de ponerle techo al espacio
que ocupa, para no vivir a la intemperie?
¿Y el que vive
del subsidio de desempleo porque rechaza ofertas de trabajo que no le agradan?
¿Tienen el mismo
derecho a percibir pensión de jubilado el que aportó el esfuerzo del trabajo
de una vida laboral y el que nunca o casi nunca trabajó?
Si el que
contribuyó al bienestar general con parte de lo que ganó con su esfuerzo se le
trata igual que al que no lo hizo ¿que estímulo lo podrá persuadir para que no
imite a los que, sin haber aportado nada, se benefician lo mismo?
Si ésta martingala
democrática tacha de injusto que unos ciudadanos tengan prioridad de acceso a
los servicios sociales, ¿no es una injusticia que se iguale en sus condiciones
de acceso al que contribuyó con sus aportaciones y al que no lo hizo?
¿Por qué la
democracia garantiza igualdad al que contribuyó al bienestar social y al que no
lo hizo?
Porque los
segundos son más que los primeros y sus votos tienen el mismo valor.
Si la lógica se
aplicara, y un rayo de la luz de la razón deslumbrara a los que aportan más al
bien general, su número disminuirá en la misma proporción en que aumente el
número de los que menos o nada contribuyan.
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