Ahora resulta que, por fin, hemos
descubierto una verdad que la historia de los últimos siglos ya había
demostrado: que la relación de Europa con Inglaterra y de Inglaterra con Europa
es como la de las parejas incompatibles por carácter, a las que solo la pasión
o la necesidad las empuja a convivir.
Es algo así como “no puedo vivir
sin ti, pero contigo tampoco”
Todavía sigue caliente la sábana
sobre la que calmaron sus ardores en la última coyunda y ya la añoran.
¿Cómo seguirá la historia de este
amor canalla, siempre tan imposible cuando el ardor se enfría?
Pues como en otras ocasiones: cada
uno repetirá anteriores experiencias porque Europa se encaprichará
temporalmente de seductores moros o eslavos e Inglaterra se arrimará a
extraatlanticos americanos, africanos o extremo orientales.
Y cuando ese flirteo extraeuropeo
les demuestre que esos apaños son menos satisfactorios que el que ahora han
roto por la veleidasd de los ingleses, se repetirá esa reconciliación que,
durante un tiempo, los junte en la misma cama,
Porque entre Inglaterra y Europa
es imposible ese amor idílico en el que una parte de la pareja dé a la otra lo
lo que quiere, aunque al dárselo lo haga a desgana.
Entre Europa e Inglaterra el único
amor posible es el amor mercenario.
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