Sentencia el
diccionario que “coña” significa “guasa” o “broma simulada”.
Exactamente lo
que es éste ruinoso cachondeo que, desde que la escenificaron los tunantes que
no tenían ni pajolera de lo que es la democracia, la impusieron a los españoles
a los que eso de la democracia les parecía algo exótico y, por su exotismo,
cosmopolita y contrario al cutre y cuartelero régimen de Franco.
“Si le
franquismo es malo” razonaron, “lo contrario al franquismo tiene que ser
bueno”.
Y ¿qué era lo
más escandaloso del franquismo? Que al pueblo lo había privado el Dictador de la suprema aspiración humana, votar.
Si el
franqauismo era malo porque la gente no votaba, esta coña a la que llaman
democracia debe ser el sursum corda, la pera limonera, la almibarada guinda
roja del pastel cremoso.
¿No eran
desgraciados entonces los españoles porque no votaban?
¿Por qué se
quejan ahora de que los obliguen a votar
con demasiada frecuencia?
¿Tanto influye
el régimen por el que los ciudadanos sean esclavizados, que su felicidad
depende de la manera que haya conseguido mandar el que mande?
Si ni con
dictadura ni con democracia están contentos los españoles, a lo mejor su
descontento no se debe al régimern bajo el que sean esclavizados.
Puede, es un
suponer, que en la naturaleza del español no sea su alma ni su cuerpo lo que
determine su felicidad.
A lo mejor, ¿por
qué no? el español es feliz cuando está descontento, cuando su insatisfacción
lo empuje a buscar cómo ser feliz no siendo lo que es sino lo que quisiera ser.
¿No dicen los
sádicos que disfrutan haciendo daño y los masoquistas dejándose hacer daño?
¿Por qué ese
desequilibrio entre lo que ya es y lo que todavía no, obliga a los españoles a
rechazar lo que tienen y buscar lo que todavía no han encontrado?
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