Y, cuando los
daños estructurales acaben desmoronando este tinglado llamado Constitución,
ideado por unos peones de albañil con título falso de arquitectos, ¿qué
haremos?
Porque los
llamados constituyentes del 78 sabían lo que hacían cuando hicieron lo que les
salió: tener contentos a los que en cuanto se murió el Caudillo se atrevieron a
gritar para darle a la chusma ocasiones de votar para que la chusma se crea que
su decisión sirve para algo.
Así que a los
vocingleros pre y posfranquistas les dieron todas las facilidades para que montara cada uno su tinglado y se
las rebuscara consiguiendo votos de los incautos que las subvenciones estatañes
premiarían: más votos, más pasta.
¿Y si a uno no
le apetecía votar? Paga lo mismo que el que vote, porque lo que se cobra es el derecho a votar,
no el ejercicio de ese derecho.
Así que a los consejos de administracion de los
partidops políticos que son sus estructuras jerárquicas, lo que es interesa es
que se vote con la mayor frecuerncia posible porque mientras más elcciones y
más inautos haya que los voten, más pasta para repartir entre los que manejen
el partido.
Y, como de un
origen vicioso solo cabe esperar una evolución viciosa, hemos llegado a lo que
hemos llegado: que lo que debería haberse resuelto en las elecciones de
diciembre tampoco se logró en las de Junio y, probablemente seguirá sin
solucionarse en las de otoño-invierno próximos.
Con lo cómodo
que habría sido establecer desde el proncipio, si es que eso de la democracia
elecoral hubiera sido inevitable, que si ningún partido hubiera logrado mayoría
para gobernar en la primera elección se la disputara al que lo siguó en votos…
Pero es que, si
así se hubiera hecho, solo dos partidos y no las innumerables pandillas que hay
ahora habrían dispuesto de pesebres oficiales para que pacieran y engordaran
sus achichincles con la pedrea que son los enchufes de diputados, senadores,
concejales y otras canonjías.
El negocio de
esas empresas de colocación ha llegado a tal extremo que, para seguir
engordando estómagos agradecidos, han logrado lo teóricamente imposible:
Que como el
partido político que gane unas elecciones tiene por sí solo menos bocas que
alimentar que el rssultado de la suma de las bocas hambrientas de los demás, el
que reparta el piernso no debe ser el que gane las elecciones, sino alguno de
los que la hubieran perdido.
Y siguen
criticando aquél lema que se inventó el predemócrata Fraga de que “España es
diferente”…
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