La suerte es ese imponderable
caprichoso del que depende que ocurra lo imprevisto para que suceda lo
imposible.
Y Portugal ganó ayer el
campeonato de Europa de fútbol de selecciones nacionaleds gracias a la suerte.
El golpe de suerte de Portugal fue
el golpe que a Cristiano Ronaldo le dio un contrincante francés, por el que el
seleccionador portugués se vio obligado a sustituirlo por un suplente
imprevisto.
Perdió el espectáculo porque la
gente que acudió al estadio o vio el partido por televisión se quedó sin ver
las teatrales quejas de Ronaldo, sus enfurruñados gestos cuando algún compañero
no le pasara la pelota, su abombado pecho de gorila exultante al conseguir un
gol.
Y como la suerte no lo es si no
es completa, la selección de Portugal tuvo la fortuna de que su seleccionador
acertara al cambiar a Ronaldo por un antironaldo conocido por Quaresma.
(El Barcelona, un equipo que
tradicionalmente ha dado preferencia a los peloteros en detrimento de los
cañoneros, se quedó en tiempos remotos con Quaresma y descartó a Ronaldo cuando
ambos les fueron ofrecidos).
Y con Ronaldo fuera y Quaresma
dentro Portugal cambió: sus futbolistas empezaron a jugar todos para todos en
vez de hacerlo, como hasta entonces, todos para Ronaldo.
Y fue esa la razón por la que
Portugal ganó el partido y la Copa de Europa: la voluble suerte sonrió a los
portugueses en el momento oportuno, cuando a Ronaldo no le había dado tiempo de
quejarse más que media docena de veces en la docena de minutos que estuvo sobre
el césped.
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