A los tímidos
que lo son sin parecerlo se les puede identificar fácilmente: entre tener y no
tener preferimos siempre los segundo si, para conseguir lo primero, tenemos que
pedirle un favor a alguien.
Y de entre los
tímidos nacionales, por la preeminencia que ha alcanzado, el más notorio es
Rajoy.
¿Cuántas de las
innumerables oposiciones podría haber sacado bailándole el agua a todos o por
lo menos a alguno de los componentes del tribunal calificador?
Prefirió hincar
los codos, aprenderse de memoria todo lo que en ninguna otra memoria cabe y ser
opositor profesional en vez de profesional de la vida birlonga.
¿Y a un tío que
nunca le pidió un favor a nadie en su
propio provecho le van a pedir ahora que le suplique el favor de apoyarlo a sus
declarados enemigos, para poder ser presidente del gobierno de España?
Que no me lo
cabreen, que si socialistas, ciudadanistas y otros opositores no enviciados en
el vicio de Rajoy de hacerse a sí mismos persisten en su negativa, se van a
enterar.
El opositior
natural que es Rajoy, si ni a la primera ni a la segunda convocatoria de las
oposiciones que es siempre una convocatoria electoral no lo ha conseguido, a la
tercera será la vencida.
Porque, como en
diciembre sacó más escaños que en Junio, en las siguientes elecciones, o en las
cuartas o quintas lograra la mayoría absoluta para poder seguir siendo
presidente sin haberle tenido que pedir a ninguno de sus contrincantes el favor
que ahora no puede ni debe pedirles.
Porque ésta
gente rara como Rajoy es muy suya: suelen pagar lo que les pida el que le
conceda un favor y el favor que le están pidiendo es que sea presidente del
Gobierno no para hacer lo que crea que deba hacer, sino para hacer lo que quieren
que haga los que le concedan el favor de apoyarlo.
Mejor éste
gobierno, pensamos Rajoy y yo, que otro peor.
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