En tiempos de
tribulación, aconsejó el Santo, “no hacer mudanzas”.
Y de que éste
es tiempo de tribulación nadie sensato duda.
Y, además,
estamos en pleno mes de Julio, el mes en el que se lió la que se lió en España lo del dia 18 de ese mes del año 1936 y en
Francia lo del 14 de Julio de 1789.
Y ahora, ¿por
qué deberíamos quedarnos quietos, impertérritos, tan sin movernos como si
estuviéramos alucinados por el nirvana de la cazuela de opio recién fumada?
Por lo mismo
que, si los africanistas de Canarias-Marruecos y los sans culotte lo hubieran
hecho, ni habría estallado la guerra civil española ni la Revolufia gabacha.
Y es que en
éste 14 de Julio de 2016, vivimos los mismos tiempos de tribulación, y por las
mismas causas, que en 1936 y 1789:
Los que no
mandan quieren mandar y los que mandan quieren seguir mandando.
Vanidad de
vanidades, todo es vanidad y porque ese empecinamiento en aparentar más de lo
que se es y se merece, un plácido verano puede evolucionar a un aterrador
infierno.
Por lo menos
hasta que los primeros soplos del viento septentrional anuncien que se aproximan
tiempos menos ardorosos que los actuales, la prudencia aconseja no hacer nada,
dejar que lo que hay pendiente de hacer siga pendiente un poco más, hasta que por sí solo se resuelva.
Y es que,
además, ¿tan mal nos ha ido a los españoles con este gobierno sin colmillos,
que queremos cambiarlo por otro que, con su capacidad de perpretar nuevas leyes
nos muerda la yugular?
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