domingo, 31 de julio de 2016

ZOMBI



Estas agobiantes noches, en las que el calor espanta al sueño, la mente sonámbula de los hombres podría evolucionar hasta parecerse a la de Guedé, el Barón Samedi, condenado a una vida en semivela que sólo puede imaginar maldades.
Ya los españoles parecen zombies, esos muertos en vida que huyen de la luz de la razón para solazarse en las tinieblas del deseo.
Como los zombies obedecen a los turbios impulsos de su ansia por volver a Guiné, la tierra perdida y añorada de la que los deportaron, los españoles reclaman un gobierno  con la misma impaciencia con que las ranas del charco exigían tener rey.
Lo reclaman porr mimetismo, porque los que piensan por los españoles, que son los tertulianos, los opinadores profesionales y los políticos coinciden en que hace falta un gobierno aunque solo sea para que los gobernados descarguen en el que lo presida las culpas de su propia incapacidad para resolver sus propios problemas.
Cuerpos aletargados sin alma que los anime, veleta que solo se mueve si el viento sopla, paredes mudas que rebotan el ruido que les llegue, sea armónico o discordante.
Ese es el español de ésta España: pasivo, inane, hueco, un zombi sin voluntad propia que camina por donde lo llevan y se detiene cuando se para el motor ajeno que lo impulsa.

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