FELICIDAD
ESTIVAL
Que dejen de
doblar las campanas para empezar a repicar y que el muecin anuncie la buena nueva desde
su alminar.
En la segunda
semana de éste agosto ominoso y espeso se insinúa la brisa redentora que
tornará en plácida primavera el metálico verano.
Un primer soplo
fue que, por fin, puede que haya gobierno en un tiempo no tan prolongado como
lo ha sido el interminable período en el que los españoles han carecido de
gobierno que los oprima.
Casi
simultáneamente, los olímpicos que en Rio de Janeiro fracasaban al intentar
justificar ganando medallas los 46 millones de euros gastados en enviarlos,
empiezan a lucirlas en sus recios o gráciles cuellos.
Tiempo memorable
este tiempo de la primera decena de agosto.
Como el gallo es
nuncio del sol radiante que se insinúa en la raya del horizonte, éstos días del mes más insoportable son
preludio de tiempos plácidos, de una época feliz que durará todo lo que tarde en
materializarse alguno de los presagios que se amontonan, para pasar del futuro
al presente.
Pero, como recomendaba hace ya seis siglos Juan del
Encina, “ Hoy comamos y bebamos y cantemos y holguemos, que mañana ayunaremos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario