Bien pensado y
meditado, lo que a los europeos nos (les) conviene es que en las elecciones del
primer martes después del primer lunes de noviembre, gane las elecciones
presidenciales la señora Clinton.
Porque, si las
ganara el dicharachero Trump estaríamos apañados.
Se acabaría
para los europeos la vida birlonga, vivir del cuento, que nos partan la cara en
la de los Estados Unidos.
Y es que los
europeos somos para los Estados Unidos algo parecido a los hijos consentidos de
la generación de vida fácil que siguió a la de la muerte bélica fácil.
Problema en que
los europeos se meten o los meten, Estados Unidos está para solucionarlo.
Asi lo hicieron
en las primera y segunda guerra mundial, en la de Corea, en la de Afganistan
para impedir a Rusia una salida al mar a espaldas de Europa y, ahora, frenando
con sus armas y soldados la amenaza contra Europa de los musulmanes, que traducen su misticismo con el
asesinato de los que se nieguen a ser musulmanes.
Trump, el rival
presidencial de la señora Clinton, es tan pragmático que, como hombre de
negocios, calibra lo que algo cuesta con el dinero que esté dispuesto a pagar
el que quiera comprarlo.
Así que, como
Trump gane, si los europeos no pagan con soldados europeos y dinero europeo una
parte sustancial de lo que le cuesta a los Estados Unidos protegerlos de los
moros, los europeos acabarán vistiendo djilaba, la chilaba que así se llama
por el nombre de la ciudad de Malí donde era uniforme obligatorio.
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