Esas
escaramuzas que libra el hombre para sojuzgar a unos a la obediencia de otros
concluirán con una batalla decisiva en la que los buenos se impondrán a los
malos para que se asiente una paz definitiva en la que la fraternidad destierre
a la rivalidad.
Será
el Armagedom, la lucha que malos y buenos librarán al pié del Monte Megido y
que, con el triunfo de los segundos sobre los primeros, abrirá las puertas del
paraíso terrenal perdido, para que la concordia prevalezca sobre la sospecha.
Se
restablecerá así aquel edén terrenal,
que lo fue hasta que a la mujer se le
ocurrió tentar al hombre y el hombre se dejó seducir por la mujer.
No
está tan lejano como pueda parecer el Armagedom. De hecho, ya se está
desarrollando y las primeras de sus escaramuzas se están librando,
naturalmente, en España.
Al
hombre, por su conservadurismo y falta de imaginación, lo representan en España
los del Partido Popular y la coquetería innovadora, el aventurerismo del
picaflor, siempre en busca de nuevos néctares que libar, los demás partidos
que podrían encuadrarse en la izquierda porque todos ellos sitúan al Partido
Popular a su derecha.
En
éste Armagedom español, como en el que la biblia describe, hay que esperar
hasta que la batalla concluya para saber quíenes son los buenos y quienes los
malos.
Los
que ganen serán mejores que los que pierdan.
Como
en todas las empresas humanas, en las que el éxito del que gana convierte en
malo al que pierda.
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