jueves, 6 de octubre de 2016

LA PATRIA



   Desde hace casi medio siglo, la palabra Patria está devaluada en España porque, como el maravedí ha sido reemplazado por el euro, el Partido Político ha prevalecido en la fidelidad de los españoles al sentimiento patriótico.
La Patria Una, Grande y mimetizada en el hombre que la encarnaba, se ha troceado en patrias múltiples: la de cada parte que antes componían la única y las que interpretan de manera discrepante los innumerables partidos políticos.
A la Patria española desaparecida hace cuarenta años han sucedido tantas patrias como regiones en las que la antigua se ha fragmentado y, dentro de cada fracción, la interpretación peculiar que cada partido hace del concepto patria para explotarla en su provecho.
Así que esa España pretendidamente Una, Grande y Libre de antes es ahora una España fragmentada, limitada y doblemente cautiva.
Esa multiplicación de España, ¿favorece a los españoles?
A unos sí y a otros no.
Les va mejor con ésta España de ahora que con la de antes a los que se han repartido el poder en cada una de las Españas resultantes de su doble fragmentación (territorial e ideológica).
Y les va peor a los que en la España Una Grande y Libre de entonces, (y que solo tenían que obedecer al Caudillo) ahora tienen que demostrar su fidelidad no solo al que mande en su territorio, sino también al que inspire la ideología de los que manden.
Con la evolución derivada de aquella confusa época sacralizada como La Transición los que obedecemos tenemos que ser doblemente obedientes.
Antes de La Transición, solo teníamos que obedecer al Caudillo que, como su nombre sugería, nunca se equivocaba.
Ahora tienes que obedecer al que mande en Madrid, al que mande en la Comunidad autónoma y al que mande en el Ayuntamiento.

Si, como el antiguo el mando estatal, regional y municipal no coinciden, estás perdido: al obedecer a uno de ellos te estás enemistando con su o sus adversarios.

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