Chispa más menos, y
si bien se mira, lo de celebrar la próxima medianoche el principio de un nuevo
año es una arbitrariedad antidemocrática que los que mandan impusieron al
pueblo, sin ni siquiera molestarse en consultarlos.
¿Porque en teoría, y
por ser la octava de la noche más larga del año, la del solsticio de invierno,
a partir de la que los días se alargan en la misma proporción en que se acortan
las noches?
¿Y qué opinan los
que viven en el hemisferio sur de ésta tierra y a los que les pasa lo
contrario, que las noches empiezan a prolongarse y menguan las horas iluminadas
por el sol?
La próxima
revolución que se avizora en estos tiempos permanentemente revolucionarios
tendría que ser, y será, la de los pueblos del hemisferio sur, para hacer
justicia a la felonía histórica de haber sido colonizados por los pueblos del
hemisferio norte.
Imagínense que, un
suponer, hubieran sido los argentinos los que en lugar de haber sido
descubiertos por los españoles hubieran sido ellos los que descubrieran y
colonizaran España.
¿Aceptaríamos
pacíficamente que, en vez de celebrar esta medianoche el gélido frío del principio
del año tuviéramos que protestar por el agobiante calor de la primera semana
del verano?
Pues tanto españoles
como argentinos , y aunque cueste creerlo, somos hijos de un mismo Dios.
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