Estos rojos de
Podemos son unos rojos de mentirijillas
a los que la mala leche característica de los rojos de verdad se les va
por la boca, como se escapa el gas de las bebidas carbonatadas en cuanto se les
quita el tapón.
Amagan y no
dan, se enseñan los dientes y no se muerden, dan a entender pero no se aclaran.
En definitiva,
como rojos, son un fraude estos rojos de
Podemos.
O esta personal
apreciación de que los rojos de Podemos son unos rojos de guardarropía, a lo
mejor, es una trampa que ensayaron y tramaron en las tenebrosas tenidas de sus
logias para que los que no somos todavía rojos como ellos nos confiemos, y
creamos que son rojos de coña.
Una degradación
de la vida civilizada que, a medida que suplanta la esencia por la apariencia,
induce a los que no somos rojos a confiar en que los comunistas tampoco lo son.
Ya casi lo han
logrado porque la publicitación de aparentes discrepancias entre Pablo Iglesias
y Errejón recuerda las purgas ordenadas por Stalin contra kulaks, zinovievitas
o trotskistas.
Pero aquella
experiencia soviética de verdad aconseja no fiarse de esta comedia de Podemos ,
hasta que desaparezcan de la escena Errejón o Iglesias.
El que siga al
mando será el que llevaba la razón y el que desaparezca, obviamente, el equivocado.
Porque toda esta
gente que precia la igualdad sobre la libertad (Franco, Hitler, Stalin, Mao,
Castro o el superviviente del duelo Iglesias-Errejón), convencen de que su
teoría es la válida eliminando a los discrepantes.
Mientras tanto,
esa apariencia rivalidad entre las dos cabezas que ahora parece que tiene
Podemos tiene más pinta de comedia que de drama.
A los ya
aburridos espectadores del prolijo espectáculo que están interpretando empieza
a abrírsenos la boca de tedio.
Que desparezca
cuanto antes el malo para que aplaudamos al que sobreviva, que naturalmente
será el bueno. O el menos malo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario