“Soy español,
soy madrileño y por lo tanto yo no voto. Y además soy del Real Madrid, no se me
ocurren más razones que me descalifiquen para votar”.
Con esa frase,
que entrecomillo de un texto transcrito de lo respondido por Iñigo Errejón en
una entrevista televisada, debería terminar la controversia sobre el referéndum
que quieren echarse los catalanes para salir de najas de ésta España a la que
la geografía los ha pegado.
Porque,
definitivamente, ser español ya no es compartir el destino en lo universal que
a lo largo de los siglos unió a los que habían nacido en territorios
considerados geográficamente España.
Ni siquiera
colaborar con impuestos a los fastos del derrochón gobierno de España te
acredita como español.
Aunque hayas
nacido en España, pagues impuestos en España y te emocionara el gol de Iniesta
contra Holanda, no eres español de pura cepa si te han nacido fuera de Madrid
y, sobre todo, si en vez de forofo del Real Madrid lo eres de la Balompédica
Linense, conocida por La Balona.
Para ser español
tienes que emocionarte con las habilidades pedestres de españoles tan
paradigmáticos como Cristiano Ronaldo,
Bale o Kross.
Porque no eres
español, sino enemigo potencial de España, si a tu equipo de fútbol le toca la próxima
jornada robarle los puntos en disputa al Real Madrid.
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