Se dice que
don Jacinto Benavente, aquel premio nóbel de literatura español autor de “Los
Intereses Creados” llegó a ser tan popular entre las opulentas señoras de su
tiempo como en los suyos lo es Pablo Iglesias para sus escuálidas adoratrices.
En cierta
ocasión un nutrido grupo de aquellas fans de Don Jacinto lo acosaban para que
“les dijera algo”.
“No me gusta
hablar a tontas y a locas”, dicen que se excusó.
Y en eso, y en
mucho más, Don Jacinto se diferenciaba de Pablo Iglesias que, en cuanto tiene
audiencia propicia, abre el grifo de sus palabras aunque se ahogue en la
inundación que provoque.
Un ejemplo:
Entrevistaban
en una emisora al locuaz Iglesias sobre su negativa y la de su partido a
condenar la agresión a unos guardias civiles y sus novias en un bar de Alsasua,
allá en la antes bucólica Navarra, en la que si un hombre pegaba a una mujer
era considerado poco hombre.
Pues Iglesias
contestó, pontificando como siempre que habla, a la pregunta que le hacía el
entrevistador: ¿había leído el auto judicial en el que se basa la acusación a
los pegamujeres?.
No lo había
hecho, admitió.
De lo que se
deduce que Pablo Iglesias no es Don Jacinto Benavente porque, al revés que al nóbel
de literatura, lo pirra hablar a tontas y a locas.
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