“Dos que duerman
en el mismo colchón”—decían los antiguos—“se vuelven de la misma condición”.
Y el mundo habrá cambiado tanto que llaman justicia
social a lo que antes se conocía por
caridad, pero la gente de ahora hace lo mismo que la de antes, y siempre
por conveniencia propia y no por necesidad ajena.
Los ricos daban parte de lo que les sobraba a los pobres
para asegurarse asiento en el patio de butacas que era el cielo, y ahora se
dejan quitar parte de lo que tienen para que el Estado se lo dé a los pobres, y
así aplacar la ira estatal.
¿Y los ricos de antes no le entregaban en bandeja de
plata a su concubina la cabeza del que los ponía de vuelta y media por el
placentero concubinato en el que tan ricamente fornicaban?
Pues el tiempo, que es un mojón caminero estático rebasado
por los que circulen por la carretera que es la vida, tan impávidamente ve cómo
pasan Herodes o Pablo Iglesias.
Y es que el antiguo Herodes Antipas y el moderno Pablo
Iglesias se han visto sometidos al mismo compromiso.
No es posible, si no me explica cómo pueden ser
similares dos acontecimientos que tan separados en el tiempo pueden tener
semejanza.
Pues que Irene Montero, favorita de turno de Pablo
Iglesias quiere, como la concubina Herodías
le pidió y obtuvo de Herodes Antipas la cabeza de Juan Bautista que la
criticaba por su especial relación
con el mandamás, que Mariano Rajoy eche
a Soraya Sanz de Santamaría.
¿Y obedeció Iglesias a su Montero?
No pero casi porque, porque como el lider de Podemos
todavía no manda en todos sino en una parte reducida de los españoles, no pudo
acceder a lo que su favorita de turno le exigía así que, para salvar su liaison
sólo exclamó: “Sinvergüenza”
Los conspicuos observadores de la merienda de negros que
es el congreso de los diputados discrepan sobre el destinatario del exabrupto:
unos dicen que llamó sinvergüenza a Rajoy, otros que a Soraya y hay algunos que
aventuran que llamó sinvergüenza a su propia novia.
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