Dicen que el
tiempo, si no es eterno, es más duradero que los artefactos inventados por el
hombre, y hasta más que el hombre que ha inventado herramientas para medir el
tiempo.
Así que, aunque
San Mateo recomendara que no nos preocupemos por el mañana porque cada día
tiene su propio afán, el afán actual de los españoles es sacudirnos esa pulga
molesta que nos succiona la sangre, conocido por gobierno.
¡Pero si el
gobierno que por fin tenemos los españoles es un gobierno democrático!
El cáncer no
deja de serlo aunque lo diagnostiquen como benigno.
Vamos a suponer,
lo de la energía imprescindible para
mover todos los inventos mecánicos o tecnológicos que el hombre actual necesita
para que su vida sea más cómoda que la anterior a que los inventara la
ingeniosidad del hombre.
Todos esos
artefactos tienen dos características: una vez disfrutados sus beneficios
cuesta prescindir de ellos, y todos funcionan gracias a la energía eléctrica.
Por eso cada
día es mayor la demanda de artilugios que hagan la vida humana más placentera
y, cada día, es más necesaria la energía, generalmente eléctrica, que los haga
funcionar.
Cada vez más
escasa la energía hidráulica, la derivada de la combustión de petróleo o
carbón, la que procede de la fuente natural de energía para la tierra que es el
sol, se usa cada vez con más ahínco para que funcionen los artilugios que
usamos.
Y el sol,
además, está al alcance de todos los humanos y, por mucho que aumente la
demanda de energía solar, durará tanto como dure el sol, de cuya existencia depende
la existencia humana.
¿Y por qué no
recurrimos cada vez más a la fuente inextinguible de energía que es el sol?
Porque el
gobierno (por lo menos el gobierno español, que es el que se encarga de
complicarle la vida a los españoles), lo impide.
Un ciudadano
español no puede, si quiere, instalar placas solares en el tejado de su casa o
en el jardín de su propiedad para dejar de pagar a las compañías eléctricas
autorizadas por el Gobierno del Estado, que por gracia gubernamental
monopolizan la producción y distribución de energía eléctrica.
En definitiva,
que si el gobierno español es el gobierno de todos los españoles, lo es ante
todo de las compañías productoras y distribuidoras de electricidad.
Y, encima,
tiene ese gobierno la desfachatez de decir que su preocupación gubernamerntal
somos todos los españoles, incluidos los que pagamos la electricidad que
producen y distribuyen las empresas que se forran gracias al gobierno.
Es menester
ver…
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