La honradez y
la política serán conceptos antitéticos pero hay ocasiones en las que es
particularmente complicado conciliarlos.
Sin ir más
lejos, el caso de Pedro Sanchez al que sus ahora superiores en el Partido, la
Comisión Gestora que lo sucedió cuando lo echaron de secretario general, le ha
advertido que es ilegal haber recibido cien mil euros para intentar volver a
ser lo que ya fué.
¿Y qué hará
ahora el cuitado Sanchez?
¿Devolverá a
cada uno de los que le dieron lo que le dieron?
¿Se lo
entregará a la Comisión para que ésta lo reparta entre Pedro Sánchez y los que
le disputan la secretaria general?
¿Sería justo
que parte del dinero que le dieron a Pedro Sánchez lo utilicen sus adversarios
para que Pedro Sánchez no sea lo que recibió para que lo fuera?
El lío que se
ha liado con el asunto, en un partido que hace alardea de la honradez de sus
militantes como carácter distintivo con los militantes de los demás partidos, es
agudo y, por ahora, irresoluble.
Pero como
siempre hay un roto para un descosido, se abre paso firme y clamorosamente un
remedio:
Que se
consideren los cien mil euros como legado a sus herederos de Pedro Sánchez,
después de declarado políticamente difunto.
Y claro, Susana
Diaz es, de entre todos los competidores de Sánchez, la que más experiencia
tiene en dar buen uso a lo que los muertos dejen atrás cuando dejan de estar
vivos.
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