A una persona en
su sano juicio, y al conjunto de personas emparentadas por su origen y su
destino comunes se le suele llamar pueblo, le preocupa más lo desconocido que
tienen por delante que lo conocido que dejaron atrás.
¿Por qué al
conjunto de personas que es el pueblo español le preocupa más el franquismo del
que escaparon que esa mítica democracia que buscan y no encuentran desde 1975?
Cuarenta años
largos tardaron los judíos en llegar desde el Egipto del que escaparon a las
murallas de Jericó, último obstáculo para entrar en su tierra prometida, y tan
ansiada por ellos como los españoles ansían la democracia desde 1975.
¿Y cómo
derribaron los judíos aquel último obstáculo? A trompetazo limpio.
(El estruendo
inesperado para el que duerme plácidamente la siesta es infalible para sacarlo
de su pasiva modorra y devolverlo a la productiva actividad del trabajo con el
que se gane las habichuelas).
El día en que se
dejen oír los claros clarines y los vivos reflejos de la espada anuncien que el
cortejo está llegando, los españoles se sobresaltarán y, sin perder tiempo
remangándose, volverán al tajo.
O, y ese es el
peligro en el que más vale no pensar, empuñarán el martillo y blandirán la hoz.
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