jueves, 20 de abril de 2017

LOS POLÍTICOS LADRONESos

No es que sea bueno, pero lo que roban no es lo peor de la plaga de políticos que se abatió sobre España como castigo por haber dejado que Franco se muriera.
Robar, al fin y al cabo, no es más que una tentación compulsiva que degenera en hábito  si no se penitencia debidamente.
Lo malo, lo realmente trágico, es la capacidad reproductiva de los políticos que, como piojos en los tiempos de miseria, succionan la sangre del hospedero que los aloja.
Y como plaga que no se combate para atajarla se extiende y multiplica, la España infectada está obligada para salvarse a exterminar a los políticos que succionan su sangre, o resignarse a la muerte indolora cuando los parásitos que son sus políticos la hayan dejado exangüe.
Los españoles que conocimos los tiempos en los que los piojos eran los políticos individuales de los ciudadanos aprendimos que los picores de cabeza se acababan cuando, rapado todo el pelo, se sometía la calvicie a una friega generosa de zotal para matar hasta las liendres, los fetos de los piojos.
Si los políticos son los piojos de ésta España, ¿habría que matarlos a todos con zotal?
No necesariamente porque hay procedimientos profilácticos para evitar que los piojos de la política proliferen.
Uno de ellos es que cada individuo esté capacitado para resolver sus propios problemas sin la intromisión de un gobierno que le solucione todas sus necesidades.
Otra, que solo un español mande en España, como mandaba en España El Caudillo hasta que se murió.
Porque a Franco, propietario y amo de toda España, no se le hubiera ocurrido robar parte de ella.

Ni el más pendejo, y Franco no lo era, cae en la tentación de robar una parte del todo que le pertenece.

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