Como fue hace
setenta años el destino de los que la mecanización del campo dejó sin trabajo
en la España suroriental, Cataluña será pronto refugio y amparo no solo de
todos los animales de España, sino hasta de los de fuera de la península
ibérica.
Una hormiga a
la que hoy iba a pisar voluntariamente en el patio de mi casa (que es
particular), me preguntó ansiosa: "¿cuando?"
“Cuando y si
se proclama Cataluña república independiente de España”.
Y le expliqué
a la impaciente hormiga que ya se ha redactado un artículo de la constitución
de la nueva república que proclamará:
"Los
animales son seres que sienten y, como tales, con el alcance que de manera
motivada legal y científicamente se determine, la República catalana los
protegerá y defenderá, respetando sus necesidades como especie y como
individuo, mediante las pertinentes medidas legislativas, ejecutivas,
judiciales y educativas".
Ese artículo
todavía no se ha aprobado, como todavía no se ha proclamado la república pero su simple anuncio ya ha despertado una
dura controversia entre partidarios y críticos.
Los primeros
arguyen que, concediéndoles a los bichos los mismos derechos que a los
ciudadanos-personas, el número de catalanes se multiplicará y convertirá a la
nación catalana en una de las más pobladas del mundo, casi como China.
Los
disconformes están encabezados por los butifarrófagos, que tienen miedo de que
se les prohiba comer butifarras por estar elaboradas con carne de ciudadanos
catalanes.
Ya hay una
asociación de independentistas que apuntan a una medida para eludir esos
escrúpulos: que las salchichas se elaboren exclusivamente con carne de cerdos no
catalanes que, por no tener la nacionalidad catalana, siguen siendo bichos y no
personas.
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