Hay en este mi pueblo que es
Palma del Rio una demanda casi general de que se dote a la población local y
comarcal de un hospital capaz de atender las necesidades sanitarias, muchas de
las cuales se derivan a hospitales de la capital de la provincia, Córdoba.
Solo los más izquierdistas que
los menos izquierdistas del PSOE, que gobierna el Ayuntamiento desde que los
alcaldes se eligen, muestran reticencias a la exigencia del hospital.
Por razones necesariamente
políticas porque argumentar motivaciones prácticas sería descabellado, los mas
izquierdistas que los del PSOE quieren que se amplíe el viejo, alejado y
relativamente mal acondicionado ambulatorio, fuera del casco urbano.
Si los partidarios de construir
el hospital de nueva planta justifican su demora en la necesidad de que la Junta de Andalucía dote de fondos
el proyecto, hace ya dos años que el Ayuntamiento podría haberle comunicado que
no necesitaba construir el edificio del Hospital porque ya estaba construido.
Hace esos dos años que se
inauguró un Palacio de Congresos que desde antes de que se iniciaran las obras
se sabía que no iba a servir para nada más que parta justificar los salarios
necesarios de mantenedores y cuidadores.
Ese pomposo Palacio de Congresos
de mi pueblo es una construcción de estructuras modulares internas, fácilmente
adaptables a las necesidades hospitalarias, sin apenas desembolsos.
Está enclavado en el casco
urbano, con fácil acceso peatonal y, hasta ahora y desde que lo inauguraron, solo
se ha utilizado para acoger a motoristas de Vespa que lo usan como meta de
llegada.
Hay que reconocer que también sirve
para que los autores literarios locales presenten sus obras.
Solo en espera de que varios
cientos de premios nobel ocupen sus butacas, dispone de un salón de actos desde
el que seguir plácidamente las platicas.
También lo hace idóneo su enclave
en el casco urbano, que evitaría dedicar autobuses o automóviles privados para
que los pacientes vayan y vuelvan al ambulatorio actual.
Tiene ese palacio de congresos
ornamental un inconveniente que seguramente imposibilitará su destino a
Hospital Comarcal: la ridícula cantidad
de dinero que habrá que manejar, en comparación con la fortuna que cambiaria de
las muchas manos si el hospital se construyera, si es que alguna vez de construye,
de nueva planta.
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