Andan los
españoles últimamente la mar de preocupados con lo que llaman la corrupción
política, que consiste en que alguien que puede facilitar desde la
administración que un particular haga algo, le cobra unos dineros para evitarle
pegas.
Es dinero que
cambia de manos tiempo antes de que el negocio en trámites administrativos
empiece a dar dinero.
El que evita la
ocasión evita el peligro, se decía antiguamente.
Si de verdad
quieren los políticos acabar con la corrupción administrativa, lo que dudo
porque de ella son los principales beneficiarios,
a) que
simplifiquen o supriman los requisitos administrativos para que los ciudadanos abran
tiendas y negocios.
b) que, en el
caso improbable de que merezca la pena no cerrar una empresa que no sea
rentable, la ayuda administrativa no
pase de reducir parcial y temporalmente sus obligaciones tributarias.
Así, además de
entorpecer la corrupción administrativa, los compradores sabrán lo que les
cuesta realmente los que compran.
Ahora, además
de lo que le paguen al vendedor, el comprador paga con sus impuestos lo que la
administraciones subvencionan por todos y cada uno de los eslabones de la
interminable que se inicia con la idea del que proyecto y acaban con la
retirada de los desperdicios sobrantes.
Sin
subvenciones administrativas, los que lo compren sabrán lo que les cuesta un
peine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario