Esto
de las preocupaciones debe ser algo así como la gripe: su virus se contagia del
primer portador de la dolencia y, al cabo de un mes, todo el mundo griposo.
Pues
en la política pasa eso: A alguien se le ocurre decir que hay que aprobar los
presupuestos para que toda la población no acabe en la cama por falta de
dineros para que el gobierno compre antigripales, y todo el mundo hace lo que
el gobierno quiere que haga para que compre antigripales.
Y,
como el que deja en manos del médico el cuidado de su propia salud, a los
ciudadanos les resulta más cómodo dejar en manos del gobierno su propio
bienestar y va y aprueba los presupuestos gubernamentales que le pidan.
Que,
por lo general, implican sacarle al contribuyente más impuestos que el año
anterior para que el gobierno pueda gastarlo, que es lo que significa seguir
gobernando.
¿Merece
la pena?
Por
lo que parece, sí, porque el gobierno
hará todo lo posible para que así sea, evitando por todos los medios que
rechacen el presupuesto que presente para que su rechazo no implique dejar el
poder para que se celebren nuevas elecciones.
Si fuera así, ¿correría la gente el peligro de que el gobierno que
suceda al que quiere que sus presupuestos se aprueben sea todavía peor que el
que esté en el ejercicio del poder gubernamental?
Hasta ahora todo gobierno que haya sucedido al anterior ha sido peor que el
previo.
Menos
mal que la constitución es sabia, aunque ineficaz, porque los que deberían
aplicarla se niegan a hacerlo por miedo a perder votos.
Así
que recurramos al texto constitucional, que dice, en su articulo 134:
4. Si la Ley de Presupuestos no se aprobara antes
del primer día del ejercicio económico correspondiente, se considerarán
automáticamente prorrogados los Presupuestos del ejercicio anterior hasta la
aprobación de los nuevos.
Así que lo que el gobierno considera imprescindible no
es otros presupuestos porque no hay ninguno, sino que en los nuevos los autoricen
a sacar todavía más dinero que ahora a los ciudadanos-contribuyentes.
Por lo menos, que lo admitan y no nos sigan tomando
por chonis.
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