lunes, 8 de mayo de 2017

USO DELICTIVO DEL ESTADO



En sus tres mi años y pico de historia, dos frases  han revolucionado España y la cambiaron no se sabe para mejor o para peor.
Por orden cronológico la primera fue “España es diferente”, atribuida a alguno de los cerebros grises de Manuel Fraga.
La derivada por la aplicación práctica de esa aseveración teórica fue particularmente oportuna: la gente de fuera de España ya acusaban el proceso de igualitarismo en el consumo y añoraban los perdidos tiempos en los que todos eran distintos porque eran diferentes entre sí.
El “Viva la diferencia” de Fraga era el anuncio que los ricos y orondos del mundo entero esperaban para contrastar favorablemente su forma de vida con las de los españoles, que tenían que escoger entre pan blanco o pan moreno sobre el que cortar la loncha de tocino blanco o veteado.
Lo que desde entonces ocurre es historia: vienen cada año tantos o más extranjeros que españoles hay en España y, de los cuartos que aquí se dejan buscando la diferencia, los españoles viven cada vez de forma más parecida a la de los extranjeros.
Seguramente animado por el mimetismo característico de los españoles, un revolucionario social como es el descamisado Pablo Iglesias ha planteado otro slogan, cuya sanción por el Congreso de los Diputados espera:
¿”Estás de acuerdo con el uso delictivo del Estado”? ha preguntado a sus secuaces, preparando los ánimos para la moción de censura que dice que va a presentar contra el gobierno de sus enemigos del Partido Popular?
Y, claro, como no podría ser menos, el NO será abrumador, absoluto, implacable.
Pregunta capciosa.
Porque ocurre en ésta vida que entre delincuentes y víctimas suele darse una contradicción radical: mientras los victimarios están convencidos de que obraron dentro de la ley, a sus víctimas no hay manera de convencerlas de que sus derechos fueron ilegalmente violados.

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