Hace ya 33 años
se adivinaba lo que ya se ha confirmado: que el mundo que George Orwell
profetizaba en su novela “1984”
es una realidad que supera lo descrito: el gran hermano nos está vigilando, “the big brother is watching you”.
Los miles de
millones de pantallas terminales de los sistemas informáticos que existen en
éste 2017 sirven para lo mismo que aquellas que Orwell pronosticaba: para
adoctrinar a todos los que las vean y comprobar si sus actos se corresponden
con las doctrinas que a través de ellas les imparte el “gran hermano”.
Las pantallas,
que informan al “gran hermano” del acatamiento a sus doctrinas, también
informan al “gran hermano” de su rechazo.
El disidente o
los reacios a obedecer lo que les ordene son eliminados de esa sociedad sin
libertad para pensar, desarrollar y difundir su pensamiento, antes de que su
discrepancia se traduzca en hechos.
La novela de
Orwell fué un anticipo profético de la realidad
actual que se basa en desechar el libre pensamiento individual para
someterlo a la doctrina general impuesta y que a todos nos debería hacer felices.
Todos en éste
2017 somos narcotizados contentos.
Todos aceptamos
como beneficioso el sacrificio de la libertad individual para disolvernos en la
igualdad colectiva.
Y ha
desaparecido la envidia, ese motor del progreso en el mundo anterior a 1984.
Solo podríamos
envidiar al Gran Hermano, ese ente politico- económico que nos dice lo que
debemos pensar, decir y hacer para no pagar la indisciplina con la
descatalogación.
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