Este ganado podemita es muy raro.
De modo que predican un cambio de
las ya para ellos caducas normas tradicionales de la sociedad, como la de que
la mujer que se case con un hombre y el hombre que se case con una mujer queden
encadenados uno a la otra y la otra al uno todas sus vidas, y se encabritan
cuando alguien les señala que ya están
llevando su teoría a la práctica.
Al inocente pepero Hernando, al
que su imprudencia no le advirtió de que no es lo mismo predicar que dar trigo, me
lo pusieron a caer de un burro porque sugirió en voz alta lo que todos
murmuramos con la boca chica.
En lugar de la hipocresía
burguesa que demostraron escandalizándose de que se dijera en la tribuna del
congreso de los diputados lo que nadie ignora, Pablo Iglesias debería haber
concedido una amplia entrevista a algunas de las revistas de colorines para que
cundiera el ejemplo de su manera de entender la vida birlonga.
¿O es que es tan egoísta que
quiere acaparar los deleites del donjuanismo solo para sí mismo y para sus
doñas Ineses de turno?
Ay Pablo Iglesias, al no
compartir con tus semejantes el secreto de tu felicidad los condenas a no
librarse de las amarguras de las que tú estás libre.
Todos queremos saber.
¿Por curiosidad?
No, para aprender.
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