Al contrario
que en aquellas batallas memorables en las que los vencidos peleaban aunque
supieran de antemano que iban a morir,
la prudencia aconseja ahora no meterse en conflictos en los que llevas las de
perder.
Me refiero a
la guerra inútil del idioma español contra el inglés, en la que el visitante va
ganando por goleada al titular del campo.
Basta
frivolizarse un poco para comprobarlo.
Ojeen, aunque
no lean, los farragosos textos literarios de las llamadas revistas del corazón que
amenizan las fotografías de suculentas señoras y de sus equívocos caballeros.
Comprobarán la
reiteración de la palabra “look” de ellos y ellas para que nos fijemos en su
aspecto exterior.
(El interior sería intromisión en su más
íntima mismidad).
Y, ¿por qué
dicen siempre look en inglés en lugar de los castellanos imagen, aspecto o
apariencia?
Porque lo
exótico resta plebeyez a lo nacional, que es una ordinariez.
¿Nunca se debe
utilizar look?
Hay ocasiones
en las que esta bien empleada.
Un amigo de mi
todavía lozana juventud andaba por el campus de la New York City University
cuando algo que vió lo hizo reaccionar:
“Look, a rat”
gritó despavorido.
Cuando miraron
los demás lo que mi amigo señalaba no vieron ninguna sucia rata, sino una
traviesa ardilla.
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