Si la nueva presidenta del PSOE
mandara en el partido y en el gobierno que se forme cuando, y si alguna vez
ganara las elecciones, todos los secretos ocultos de ésta España trimilenaria
quedarían al descubieerto.
Porque Cristina Narbona, el
capirote que corona al espantapájaros que es el Partido Socialista Obrero
Español, reanudaría la tarea que dejó inconclusa en su etapa de ministra:
llenaría cada cerro del país y cada encrucijada de sus ciudades de
observatorios.
Hasta que cada rincón oculto del
alma de los españoles y cada pájaro, río, cordillera o anhelo pierda el
encanto de su misterio.
Como un observatorio sin
observadores sería un rosal sin rosas, los españoles tendríamos empleo en
nuestra totalidad para observar todo lo digno de ser observado.
Empleo por cuenta del Estado,
naturalmente.
El único trabajo seguro porque
está garantizada la paga y prohibido el despido.
Como subsidiarias de los
observatorios proliferarían las clínicas oftalmológicas, las ópticas y, como
también puede observarse lo que se oye, las consultas de los
otorrinolaringólogos.
Observar cualquier cosa sin anotar
puntualmente lo observado y sin transmitir a analistas meticulosos lo descubierto para que alerten a
los ciudadanos sería un sinsentido.
Para que lo observado por los
observatorios cumpla la función social con la que se crean, todo el complejo
engranaje de la economía dependerá de lo observado,
De aquí a pocos años, pues, los
observatorios y no los chiringuitos y las playas serán la sólida columna que
cimente el bienestar de los españoles.
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