jueves, 1 de junio de 2017

TODOS CULPABLES



Hasta aquí hemos llegado y, comprobado que lo nuevo conocido es peor que lo que anteriormente habíamos visto, la prudencia aconseja volver atrás para no comenzar de nuevo.
Hablo de ésta España cuyo destino nunca estuvo en manos de sus habitantes sino en las del que, forastero o nativo, hizo con ella lo que creyó que debería hacer en su propio provecho, beneficiara o no a sus compatriotas.
Por el camino que vamos acabaremos como predijo Dante en su Divina Comedia: Ugolino se comerá a sus hijos; en un acto de canibalismo difícilmente justificable por el ansia de la propia supervivencia.
¡Cuánto malo hemos visto desde que las campanas doblaron aquella madrugada del 20 de Noviembre anunciando el fin de una era para empezar otra que la inocencia popular presagiaba mejor, y el tiempo demostraría que sería igual o peor!
Y lo más irritante: porque de la maldad que terminaba el 20 de noviembre no habíamos tenido los españoles gobernados arte ni parte, pero de la posterior todos los españoles somos cómplices y, al votar, colaboradores necesarios.
El que protagonizó las arbitrariedades de su gobierno no necesitó la ayuda ni el consentimiento de  la gente que las sufrió.
Todos y cada uno de sus sucesores, sin embargo, malhicieron lo que hicieron mal a instancias de los millones de los futuros quejosos por sus actos de gobierno.
El resultado del sistema de gobierno previo al actual fue igualmente insatisfactorio.
Pero, con Franco,  teníamos el derecho al pataleo que desde entonces no podemos invocar porque, a los que nos malgobiernan ahora, les hemos dado la legitimidad para malgobernar los mismos que nos quejamos de forma hipócrita por su malgobierno.
Con Franco, todas las quejas eran legítimas. Con los presidentes de gobierno electos desde que Franco murió, la culpas de sus decisiones se cimentan  en la equivocación de los electores al haberlos elegido.

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