Seguramente no
cree, un derecho que nadie le discute en
que, como no fue Dios el que creó el mundo tampoco puso a Adan y Eva para que
disfrutaran de las delicias del Eden.
Me refiero a
Vicente Zarza, que funge como delegado de Educación de la Junta de Andalucía en
Huelva.
Don Vicente,
por lo que dice o deja de decir, está convencido de que Eva y Adan eran
jornaleros explotados por el terrateniente que era Dios para que tuvieran el
Paraiso perfumado, a cambio de una rebanada de pan negro y una tenue loncha de
tocino añejo.
Y es que el
señor Zarza, quizás porque descienda de un antepasado experto en limpiar de ese
molesto arbusto los amenos campos de cultivo del señorito, cree que el hombre
no tiene que disfrutar de la naturaleza, sino servirla.
Cobra así sentido
la decisión que, como responsable de educación en Huelva, adoptó ante la
demanda de que en las aulas se instalen acondicionadores
de aire para que alumnos y maestros sobrevivan al infierno veraniego.
Zarza dijo que no y tuvo la gentileza de
argumentar su negativa: “porque originaría gastos y dañaría nuestro planeta”.
Como personero
de ese partido socialista que predica con el ejemplo de sus dirigentes la
conducta que deberían seguir los todavía no socialistas, seguramente el
compañero Zarza no tendrá acondicionador de aire en su despacho, su domicilio
ni su coche.
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