viernes, 7 de julio de 2017

EL NEGOCIO DE LA SOLIDARIDAD





Si la abundancia de publicidad  fuera el baremo de la pujanza de un negocio, el más próspero de nuestros tiempos sería el de las ONG.
No sé si esos tan frecuentes anuncios con los que las Organizaciones No Gubernamentales son pagados o los medios de comunicación lo hacen gratis.
Pero me consta que, si el objetivo del anunciador es ganar dinero,  algo sacarán en limpio los anunciadores de las ONGs.
Tiene tufo claro de que la antigua caridad disfrazada ahora de solidaridad es una martingala con la que una legión de solidarios se están poniendo las botas, con el pretexto de calzar los pies desnudos de los menesterosos.
¿Por qué buscan tan lejos a los que precisan ayuda? ¿Es que en sus países y ciudades atan los perros con longanizas?
Es curioso pero, mientras de más dinero y otros medios disponen los solidarios europeos, más emigrantes extraeuropeos intentan llegar a Europa.
Lógicamente, mientras más publicidad genere el rescate de emigrantes en peligro, más se ablanda el corazón de los que disponen de medios para evitarlo.
Además de los dirigentes y de los empleados de las ONGs, ¿a quien beneficia esta invasión protegida de pobres hacia los paises ricos?
A las empresas que se surten de mano de obra más barata que la de los ciudadanos de los países en las que están instaladas y a los que les venden lo que, ya en Europa, tienen que comprar y consumir los pobres recién llegados.
Y a los gobiernos sucesores de aquellos gobiernos que se apresuraron a conceder la independencia a los países de donde proceden los emigrantes de ahora, que eran antes sus colonias.
Las siguen colonizando ahora, pero a menor precio que cuando eran los colonizadores porque siguen aprovechando sus materias primas y colocando allí sus excedentes de producción.
Gobiernos de países  que dejaron de ser colonialistas, aunque sigan explotando las riquezas y la mano de obra de sus colonias.

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