Por lo que se
oye y se lee, éste tipo de régimen democrático que nos impusieron a los
españoles sin advertirnos de sus consecuencias, ha tardado medio siglo en
evidenciar que fue desde el principio una chapuza.
No podía ser
de otra manera.
Se trataba de
tapar las boca a la docena de individuos que habían adquirido notoriedad
exigiendo la inmediata implantación de la democracia, que nadie sabía lo que
era, como sucedáneo de la dictadura en la que, si alguna vez habían metido
cuchara, ya no la metían.
Así que como
se trataba de contentar a todos esos notables y a los que adquirieran
notabilidad desde entonces, se hizo una ley electoral para que todos pudieran
sentirse importantes porque todos
tendrían escaño en el congreso de los diputados, la batidora de la que saldría
el gobierno.
La
clave del futuro de la democracia española era la ley electoral: para contentar
a todos los descontentos conocidos se optó por el sistema proporcional, que
fracciona la representación del poder según el número de electores que apoyaran
su candidatura.
El mayoritario hubiera permitido a la
candidatura que más respaldo hubiera obtenido conseguir la representación de
todos los votantes.
¿Fue casual o
premeditado que los constituyentes españoles adoptaran el sistema proporcional
y no el mayoritario?
En la reciente
memorias queda: un único representante de Canarias puede conseguir una millonada de euros para su
región, porque al partido que quiere formar gobierno le falta el voto de su
escaño para conseguirlo.
El modo
proporcional del reparto de escaños de la ley electoral española es también el
principal culpable del enmerdamiento de corrupciones de todo el sistema.
Apoyo externo
a su propio partido que necesite un gobierno para sacar adelante un proyecto,
se puede obtener mediante el pago del precio del voto o de la abstención de
un representante del partido adversario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario