Si la Unión
Europea fué un intento de restablecer el Imperio Romano que saltó por los aires
hace quince siglos, la misma causa que derribó al segundo amenaza a la primera.
La invasión de
los bárbaros llegados del Este.
¿No hablaban
idioma tan diferente al latín europeo las tribus germánicas septentrionales como el árabe de los invasores de ahora lo es
a los europeos actuales?
Bárbaros e
islámicos eran tan inferiores en cultura y tecnología a los romanos de entonces
como los musulmanes lo son a los europeos de ahora.
¿Qué les
permitió entonces y les está permitiendo ahora asentarse y dominar a los
pueblos de los países invadidos?
La supeditación
de la vida propia al objetivo de mejorar la calidad de su existencia y, sobre
todo, su prolífica capacidad reproductiva, abrumadora a la larga sobre la
voluntaria infecundidad de los europeos.
Cuando los
europeos del futuro lean los libros de historia en caracteres arábigos, estos
años no se tratarán como los de la invasión de los bárbaros sino como los de la
forja y consolidación de un Imperio.
El Imperio
musulmán, naturalmente.
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