Si en vísperas
de rebasar los tres cuartos de siglo te percatas de que tienes cuerda para rato
porque han puesto 9999 como fecha de caducidad del carné de identidad recién
renovado, hay que olvidar las frustraciones del pasado para gozar los deleites
del futuro.
Analizando lo
que la vida fue hasta ahora (contarle a la gente que no estaba allí lo que por
estar allí presenciaste) hagamos del futuro un tiempo más satisfactorio de lo
que lo fue el pasado.
Una rápida
ojeada (un cursi diría tour d,horizon) revela que hay dos posibilidades para
invertir el tiempo con máxima rentabilidad
de satisfactores pecuniarios y esfuerzo mínimo: político e influencer.
Para lo primero
se requiere aparentar sumisión y expresar adulación en todo momento al jefe y
exigirles el mismo trato a los subordinados.
Lo de
influencer consiste en convencer al que le quieras sacar los cuartos de que
tienes en las llamadas redes sociales un rebaño de sumisos seguidores que leen
lo que tú escribes, escuchan lo que dices y hacen lo que tú les aconsejas.
El o la
influencer ni siquiera tienen que aclararle al o la que le hace la propuesta que,
si la acepta en los términos propuestos, los influidos por la o el influencer,
pasarán a ser influidos subsidiariamente por quien pague la cuota.
¿Y ganan mucho
los políticos y los influencer?
Mucho más que
cavando en una huerta, levantando una tapìa o apacentando ovejas.
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