“Seré garante
de que el proceso electoral del 20 de mayo (en Venezuela) cumpla los principios
básicos de una democracia” (José Luis Rodríguez Zapatero) .
Talento
desaprovechado el de aquel efímero (solo
ocho años) presidente del Gobierno Español, especialista en avivar
ascuas inertes para que evolucionen a incendio devastador.
Ejemplos de esa
capacidad mágica:
a) Su Alianza
de Civilizaciones para hermanar a moros y cristianos fue el cornetín de órdenes
para que los moros empezaran y sigan cada vez más dedicados a matar cristianos.
b) Su promesa, cuando
era presidente del gobierno de España, de que el Gobierno Central aceptaría el
proyecto de reforma del Estatuto de Cataluña que presentara el parlamento
catalán, va camino de desembocar en la fragmentación del territorio español, que la anhelada
democracia heredó del nefasto franquismo.
c) La ley de
Memoria Histórica que impulsó durante su presidencia del gobierno está demostrando
que la mejor manera de remediar un error del pasado es repetirlo.
¿Y qué podríamos
hacer?
Pues lo que
deberíamos hacer. Que si Zapatero fue el que lió el lío, que sea Zapatero el
que lo deslíe.
Es lo que
hacían los mentores rojosoviéticos de Zapatero cuando decidían que algo que
hubiera pasado no debería haber sucedido: lo eliminaban de la siguiente edición
de la Enciclopedia Soviética, el compendio actualizado de todas las verdades
auténticamente veraces porque se acomodaban a las necesidades políticas del que
autorizara su publicación.
Como advertían sobre
el propósito de la segunda edición de la enciclopedia: “debe mostrar la
superioridad de la cultura socialista sobre la del mundo capitalisra”.
Y es que, para
los rojos, toda verdad que pueda perjudicar el logro de sus propósitos es
mentira.
Mejor la
mentira conveniente que la verdad perjudicial.
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