En algún
momento de su vida todo ser humano y toda nación, que es un colectivo de seres
humanos, debe adoptar una decisión de la
que dependerá su fortuna o su infortunio.
No solamente
condicionará el futuro del colectivo. También influirá en el juicio que se
dicte sobre su pasado.
Es uno de los
antes y después en los que los ciudadanos del país, de manera inconsciente, afrontan
el futuro como continuación del presente y prolongación del pasado, al cambiar
normas de interrelación de pueblos y personas..
Revolución se
llama el fenómeno porque las normas de convivencia vigentes hasta entonces
desaparecen para que rijan nuevas reglas que condicionarán el futuro.
Es España un
país con tanta o más experiencia que sus vecinos en su capacidad de adaptación
a normas desconocidas, impuestas después de que los nuevos gobernantes decreten
la ilegalización de las anteriores.
A España la
hace singular su particularidad en el momento de la Historia Universal (el
universo de entonces era Europa) en el que el cristianismo, religión que
sedimenta la cultura de aquel entonces, se escinde por la Reforma Protestante.
En esencia, los
protestantes suelen coincidir en que “solus Christus” (únicamente Jesucristo)
otorga a los pecadores perdón que se recibe a través de la fé”.
Esa teoría se
conoce por “justificación por la fé” y difiere de la que defiende la Iglesia
católica a partir del Concilio de Trento: la necesidad que el hombre tiene de cumplir los preceptos
y normas que fije la jerarquía eclesial para salvar su alma.
Si el hombre
está capacitado por sí mismo para lo que más le importa (salvar su alma) tanto
o más responsable es de procurarse sin ayuda la satisfacción de sus necesidades
temporales.
Puede que sea
por eso por lo que el sistema de organización social y política conocido por
democracia sea más eficaz en países de cultura protestante.
Los ciudadanos
de países de tradición católica ceden la responsabilidad de la salvación de sus
almas a la jerarquía eclesial y la de satisfacer sus necesidades materiales a
los gobiernos.
La culpa de
previsibles desgracias es siempre del que manda, nunca del que obedece.
España.
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