Para que los españoles acusen el estado de turulatez actual no ha hecho falta que
Rusia eche del campeonato mundial de fútbol a la selección española.
La verdad es
que los representantes del futbol español estaban condenados al fracaso,
firmada y rubricada su sentencia de despido desde hace más de un mes.
Exactamente
desde que la antiespaña echó del gobierno de España al gabinete de la auténtica
España presidido por Mariano Rajoy, el primero de Junio.
La sabiduría
popular, que únicamente se equivoca cuando no acierta, sentencia que las
desgracias nunca vienen solas.
Si así fuera,
verdes las han segado.
Hasta el
imprevisible momento en que la socialdemocracia del Partido Popular recupere el
gobierno, el rojo de la bandera sociocomunista ondeará en España, o en lo que
vaya quedando de ella.
¿Y qué
hacemos?
Lo aconsejable
es que los españoles nos mimeticemos con el paisaje, como hacen los astutos
guerrilleros, y enrojezcamos paulatinamente hasta que, en comparación, Pablo
Iglesias parezca la encarnación beatífica de un liberal ingenuo.
También
podrían los que tengan algo ahorrado para tiempos peores concienciarse de que
peores que los actuales no van a llegar, y derrochar sus caudales guardados
dedicando el tiempo que les quede a bailar el mambo y comer perrechas.
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