Por culpa de éste
libertinaje de prensa que desde hace una temporada padecemos, uno no sabe a
ciencia cierta qué ha leído ni qué periódico lo publicaba.
Pero juraría que
ha sido “El Mundo” el que hoy titulaba que “El gobierno anuncia subidas impositivas
y más margen fiscal para las autonomías”.
Si noticia es el
relato de un acontecimiento novedoso, que suba impuestos un gobierno no lo es,
y mucho menos, si su ideología se basa en traspasar al Estado la capacidad de
decisión del individuo.
Lo que suena
raro es lo de traspasar a las autonomías una mayor capacidad de despilfarro.
Porque en todos
los regímenes de izquierda, como los que en sus días de esplendor tiranizaban
Rusia y Alemania, era la cabeza de las hidras soviética y nazi la que decidía
lo que había que hacer, aunque delegara en sus tentáculos locales la ejecución,
sobre todo si se trataba de una ejecución sumaria.
A uno, que ya
era listo cuando niño y al que su decrepitud le ha multiplicado la suspicacia
que es condición indispensable para la sabiduría, lo
que se esconde detrás de esa nueva genialidad del nuevo gobierno le parece más
claro que una alborada diáfana.
Aquí de lo que
se trata es de centralizar el propósito y dispersar la atención del que quiera
estorbarlo:
Lo aprendí
cuando anduve de bandolero y los miqueletes nos acosaban después de haber dado
un golpe suculento: “Cada uno por su lado y alguno escapará porque, si nos
quedarnos juntos nos trincan a todos”.
Así que, si las
17 autonomías y la fiscalidad central, que es la banda de bandoleros al
completo se separan, lo mismo tendrán que hacer los miqueletes.
A alguno
trincarán, pero los demás quedarán tan inocentes como una virgen núbil con
un lirio blanco sobre sus senos
turgentes.
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