Los que surcamos
este proceloso mar que es la vida y sobre todo los que afrontan esa peligrosa
galerna que es la política deben aprender a no andarse con el bolo colgando.
“Bolo” no
alude a ninguna guarrada, como más de un malpensado habrá supuesto, sino
que era el nombre que se daba al machete del que los soldados eran provistos
para enfrentarse a los mambises independentistas cubanos.
¿Y qué podría
pasar si llevas el bolo colgando cómodamente a lo largo de la pierna izquierda
para poderlo empuñar rápidamente con la mano derecha en caso necesario?
Pues te puede
pasar lo que le ha pasado a Cristina Fallarás, una personera de Podemos, esos
rojos de diseño que cada vez son menos impúberes.
La
dicharachera Fallarás creía que había acertado plenamente al hacer suya la
causa de Podemos porque a propuesta del partido la han nombrado consejera de
radiotelevisión española.
¿Y no la han
nombrado?
--Nombrarla
la han nombrado pero de lo que ahora duda es de si debe estar contenta por el cargo
o cabreada por la carga que representa.
Se ha tomado
unos días de reflexión para aclarar su ánimo, lo que ocurrirá cuando halle una
respuesta a la duda que la corroe:
¿“La
influencia que ejerceré siendo consejera de RTVE, compensará el tiempo que
tendré que dedicar al cargo, por 500 cochinos euros mensuales?
La Humanidad tirita de impaciencia porque teme que Farrarás
falle y no cumpla.
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