Que el
socio-comunista-separatista gobierno de Pedro Sanchez es diferente de los que
lo antecedieron lo demuestra la grandiosa tarea que ha anunciado: poner en
marcha una “comisión de la verdad”.
Se supone que
su primer paso será definir qué es verdad y qué no lo es.
Si necesita
seguir gobernando hasta encontrar una
respuesta aceptable a esa pregunta que el hombre se viene haciendo desde que se
bajó del árbol, Pedro Sánchez será presidente del gobierno de España hasta
siglos después de que España desaparezca.
Verdad es la
correspondencia con la realidad de lo que pensamos y sabemos, así que lo que
pensábamos y sabíamos hace media no necesariamente tiene que ser verdad ahora.
La verdad es
un concepto en permanente evolución por lo que ni Pedro Sánchez, el más listo
de los hombres hasta ahora nacido, puede garantizar si a su “comisión de la
verdad” le bastará una semana, o necesitará mil años, para establecer qué es
verdad y qué no es.
A una
mentalidad liberal diferente de la de Pedro Sanchez le sorprendería, pero
acabaría aceptando, la conclusión de su comisión de la verdad de que todos los
que combatieron en la última guerra civil española fueron tan víctimas como
verdugos.
Para entonces,
habrán transcurrido tres cuartos de siglo desde que las armas dispararon su
última bala.
Los vencedores
ya olvidaron su victoria pero, para los derrotados, el tiempo transcurrido
desde que enmudecieron los cañones habrá sido una tregua para el rearme, que permita aniquilar al ENEMIGO.
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