Podría decirse
que éste mi pueblo, Palma del Rio, (poco más de 20.000 habitantes, todos buenos
y fabricados artesanalmente), se rebusca los medios que les permiten vivir cosechando naranjas.
“¡ Las mejores
der mundo!!, coinciden todos los palmeños, aunque ninguno de ellos haya probado
nunca una sola naranja de fuera de su tierra.
O por lo
menos, eso creían.
Porque ahora
se han percatado de que hay sitios de por ahí lejos en los que también cultivan
naranjas y que hasta puede que las hayan comido sin enterarse de que son de
fuera de Palma del Rio.
Se había
rumoreado que algunas de las naranjas que compraban en tiendas y supermercados
locales eran importadas de Marruecos o de cualquier otro pais moro.
Pero el
despropósito de ese infundio era tal que todos sospechan que era una tomadura
de pelo.
--“Pero”—se
extrañaban—“¿cómo van a vender en Palma naranjas moras si las nuestras son las
menjores der mundo?
Pues esa posibilidad hasta ahora improbable se ha
transmutado en realidad dolorosamente certera.
Mi amigo Antonio
Moya me quitó las telarañas de los ojos y me hizo ver que lo imposible,
generalmente, es lo más rutinario.
--“¿Ande vas”,
le dije, ·¿con ese saco de naranjas?”
--“Pos
ná”, me replicó, “que por dos euros que
me ha costado el saco , no tengo que ir a por las de mi hermana, que tiene 20 o
30 fanegas en el árbol que va dejar que se pudran para ahorrarse el dinero de
cogerlas”.
El caso de la
hermana de mi amigo Antonio, he llegado a la conclusión después de un precipitado
sondeo de opinión publica, es común o paradigmático entre los cosecheros de
naranjas de ésta mi tierra.
--¿”Y
entonces”—se pregunta el ingenuo—“¿de qué viven, beben y se van de vacaciones a
su piso de Fuengirola”?
Y es que no se
había enterado de que el mercado comun es una organización de paises que siguen explotando a los que antes habían
sido sus colonias, a cambio de comprarles naranjas y plátanos para que no las
píen.
Y de que las subvenciones a los cultivos, que con
tanta prodigalidad reciben de la Comunidad Europea a través de los gobiernos
nacionales, son para taparles la boca y no las píen.
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