Es bien sabido
que hay veces en las que las cosas son como son y otras en las que no parecen
lo que son o no son lo que parecen.
Me refiero a Juan
Carlos Monedero uno de los más conspicuos podemitas que, como difusor de la
buena nueva redentora de los oprimidos que la tribu predica, arrebata por su gestualidad, el
juego pícaro o angelical de sus ojos, la candorosa inocencia que simula.
---¿“Ese?”,
silba a traves de sus colmillos venenosos la víbora de la maledicencia.
--Si, ese, un
intelectual de postin que podría ser martillo y prefiere ser yunque.
Total, a lo
que vamos, que el tal Monedero engatusaba con su voz meliflua y su mirada
esclava a la locutora que lo interrogaba para “prometerle” (“te prometo que te
digo la verdad”, en lugar de “te garantizo que no me estoy quedando contigo”)
que la milanesa es como los de Podemos dicen y no como los que no son de
Podemos aseguran.
Y todo eso, ¿a
qué viene?
--Pues a que
los de Podemos se guirran por ser de los que mandan y serían capaces, si con
eso pudieran conseguirlo, hasta de ponerse en filas en el Rio Jordan para que
el San Juan Bautista de ahora, que es el jefe de los empresarios, les echara
las agutas bautismales y los despachara con el correspondiente “ego te
absolvo…”
--Y, después
de eso, ¿qué?
--¿Qué de qué?
Pues lo que tiene que ser, que a ver si vuelve el que se fue… porque ya esta
bien de tocarse las pelotas…”
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