Mucha aficion hay que tenerle a esa vanidad de
vanidades que es la política para insistir en ser lo que todavía no eres y, lo
que es peor, sin garantías de que alguna vez lograrás serlo.
Y, cuando se habla de política se sobreentiende Pedro
Sanchez, ese iluso que se empeña en ser distinto de los demás, por muy comunes
que sean su nombre, su apellido y su ejecutoria en la vida real, que es la no
contaminada por la política.
Es, si su tesón los mantiene en el machito de las murmurancias,
un caso no sé si paradigmático o
ejemplar, del triunfo de la voluntad sobre la capacidad.
Si Pedro Sanchez ha sido y es Presidente del Gobierno
de España, cualquier español puede serlo.
--¿Hasta Amancio Ortega?
--Sería una lástima que desperdiciara su talento escribiendo
romances, pudiendo armar sonetos.
¿Y si el sujeto al que alude es un mindundi, un tal
por cual y un es menester ver, ¿por qué la gente habla tanto de sus méritos,
sus bajezas o sus intenciones unas veces filantrópicas y otras nefandas?
--Porque la gente ni sabe lo que quiere ni como
conseguirlo. De la transmigracion de sus pecadoras almas a otros cuerpos
todavía desalmados porque esperan un alma para nacer, es de lo que la gente
debería hablar.
--¿De la metempsicosis?
--Mismamente, o de la crisis de juego del Real Madrid.
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