Es como lo de la
bella y la bestia pero de juguete, como los cuentos infantiles en los que la
feísima princesa engatusa al apuesto doncel y se lo lleva al tálamo.
--¿Al tálamo? ¿Y
eso qué es?
Al catre, a ese poético
cielo en la tierra en el que ocurren cosas que, como los que las hacen guardan
una celosa discreción, ni imaginarse pueden.
--Ni deben.
Y, consumado el
introito, ¿qué es lo que ha pasado si es que se puede saber?.
--Pues ha pasado
que hace nada y menos, como si fuera ayer mismo por un suponer, se le escapó a
un eminente ciudadano que ante la posibilidad de juntarse con un colega de
oficio perdía el sueño.
¿Y aclaró si lo mantenía
alerta el horror de la coyunda o era el anticipado deleite?
--Pues debió ser
lo segundo porque, inopinadamente, ambos anunciaron hoy a la ciudad y al mundo
que han decidido unir sus destinos.
--Pues que de
salud sirva, y que tengan larga prole.
--Eso, que la prole sea
abundante que, cuando tengan la edad, todos ellos entren en política.
--Como sus progenitores.
--¿Mande?
--Como lo son la padre y el madre.
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