Esta repetida
liturgia de encontrar a quien esté dispuesto a dejar de ser un don nadie para ser
el mero-mero (el que reparte el bacalao), ya está en marcha de nuevo.
Es esta singular
democracia sin demócratas española una martingala tan entretenida como ineficaz.
Los gobiernos que logran
conjuntarse apenas dan tiempo a sus ministros para que sus currículos demuestren
sus derechos a las suculentas pagas de ex ministros.
Si la vorágine
devoradora de políticos se mantuviera unos años más, raro será el currículo de algún
ciudadano español en el que no figure su condición de ex ministro.
Cuando los
historiadores del futuro estudien los ya remotos tiempos actuales no dudarán en
comparar el frenesí posterior al franquismo
con el renacimiento tras la caída de Constantinopla ante la morisma.
La España de ahora
mismo que se estudiará entonces deslumbrará por el ingenio de sus gentes, la serenidad
de su reflexión sobre el deber y el tener.
--¿El deber y el
tener?
--Exactamente: qué se debe hacer para tener un buen enchufe
y que te nombren, por lo menos, asesor del alcalde.
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