miércoles, 11 de diciembre de 2019

LOS CHANCHULLOS


En éste negocio de los chanchullos que lían los políticos para llevarse dinero del que administran (o para que se lo lleven los que a ellos les de la gana), la solución es tan simple que hasta a un tonto como el que suscribe se le ocurre:
--Ni un duro a nadie.
    Pero, entonces, llega el que dice que hay que ver, que no se puede ser tan tajante, que cada caso es una cosa y demás.
   Y el dictador, en un raro caso de transigencia posiblemente  enfermiza, dicta:
   --“Vale”, admite.
  -- “Pero la subvención será a posteriori, nunca a priori”, gruñe.
    Y como el que espera llevarse lo que pide mantiene esperanzas de pringarse, le suplica con sonrisa forzada y ojos llorosos:
   --¿Puede explicarse mi sabio amo para que lo comprenda su necio esclavo?
    --“Pues que”—le explica con cara de funeral—“ podría rebajarte parte del pago de los impuestos que te corresponda pagar, una vez tengas el changarro funcionando”.
“--Pero darte una millonada a cuenta de lo que produzca la fábrica que dices que vas a montar con el dinero en efectivo que el Estado te adelante, ni hablar”.
   --Pues vaya...

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